A cien días del asesinato de Soleimani: ¿Estados Unidos alcanzó sus objetivos? 1/2
El 3 de enero de 2020, un dron norteamericano asesinó al mayor general Qassem Soleimani, Comandante de la Brigada Quds del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria de Irán (IRGC, por sus siglas en inglés) en el aeropuerto de Bagad. Soleimani había ido a Irak a petición del primer ministro Adel Abdul Mahdi en continuidad de un proceso de mediación entre Irán y Arabia Saudita, además de otra solicitud del presidente Donald Trump para que Irak convenciera a Irán de des-escalar la alta tensión dominando al Medio Oriente. Soleimani también había sido designado por el gobierno iraquí como asesor militar para la guerra contra el ISIS. Quiso el destino que el comandante iraquí Abu Mahdi al Mohandis estuviera presente para darle la bienvenida a Soleimani y fuera también asesinado por Estados Unidos. ¿Alcanzó Estados Unidos sus objetivos? ¿El Sardar (comandante) Soleimani también estaba al frente del “Eje de la Resistencia” que se expande desde Gaza, Beirut, Damasco, Bagdad, Teherán hasta Saná.
Tras el asesinato de Soleimani, el líder de la revolución Seyed Alí Khamenei lo reemplazó por su adjunto, general Ismail Qaani. Fue Soleimiani quien recomendó a Qaani como su sustituto en caso del martirio, martirio al que Soleimani aspiraba por años.
La primera visita que realizó el general Qaani fue a Siria, donde se reunió con el presidente Bashar al-Assad (en varias ocasiones). También visitó la línea del frente en Alepo e Idlib (la ciudad que aloja “el mayor refugio para al Qaeda desde el 11 de septiembre de 2001”), y se reunió con los comandantes para armarse la idea del terreno donde están desplegados sus oficiales y aliados, listos para retomar la autopista M4 que conecta Alepo con Latakia, de Turquía no lograr remover a los yijadistas de la vía.
Fuentes cercanas a los líderes del “Eje de la Resistencia” dijeron que el general Qaani “le confirmó al presidente Assad el apoyo total de Irán para la unidad y estabilidad del territorio sirio y sus esfuerzos por liberar al país de todas las fuerzas de ocupación. El Sr. Assad le agradeció al general iraní y le expresó su apreciación por el apoyo iraní en un momento de sanciones severas y el brote del coronavirus”.
En Damasco, Qaani se reunió con los líderes palestinos para reconfirmarles lo que se había acordado en Teherán y el compromiso de Irán en su apoyo a la causa palestina. Qaani también visitó el Líbano, donde se reunió con el Secretario General de Hezbolá, Seyyed Hassan Nasrallah y luego viajó a Irak para reunirse con representantes políticos, tal como lo hacía su otrora superior, Qassem Soleimani. El oficial iraní enviaba un mensaje a todos los miembros del “Eje de la Resistencia” con los que se encontró: Irán considera al “Eje de la Resistencia” como parte de su seguridad nacional y está determinada a aumentar el apoyo a los aliados como lo necesitan. El líder de las Brigadas Quds del IRGC está siguiendo los pasos de su antecesor y entablando relaciones personales con sus aliados.
Los funerales de Soleimani y Abu Mahdi al Mohandis concentraron millones en las calles de Irán para ponerse detrás de los líderes de su país. Antes del asesinato de estos líderes, Irán sufría revueltas provocadas por turbas que alentaban la desestabilización del país. Más de 731 bancos, 307 automóviles y 1076 motocicletas fueron incendiadas; 140 espacios públicos, 70 estaciones de gasolina damnificadas: evidencias de la intención tangible detrás de las protestas. Luego del asesinato, Irán está más unida que nunca, a pesar de los Estados Unidos intentando paralizar al país con sanciones severas.
El presidente Trump y su administración creyeron equivocadamente que los iraníes considerarían el asesinato como una oportunidad para alzarse contra el liderazgo, asumiendo que podían debilitar al IRGC. El resultado fue totalmente el opuesto. De hecho, el presidente norteamericano ofreció un regalo único a la unidad y la solidaridad de los iraníes que sólo puede alcanzarse matando a una figura nacional como Soleimani. No porque Soleimani fuese indispensable, sino porque asesinando a un comandante que estaba al frente de la guerra contra al-Qaeda y el ISIS para proteger a Irán de los takfiris era completamente inaceptable. Los comandantes fueron asesinados por un líder arrogante que sádicamente se jactó de haber seguido “los últimos minutos” antes de que su dron matara a Soleimani y Mohandis en el aeropuerto de Bagdad: suelo neutral donde se supone que los Estados unidos son invitados que respetan las leyes del país.
La reacción fue espectacular e inesperada: Seyed Alí Khamenei fue visto en la sala de operaciones dando órdenes de atacar objetivos estadounidenses. Es más, Irán empleó sus lanzamisiles en camiones para disparar sus misiles Qiam, de combustible líquido, contra las bases en Ein al-Assad e Irbil, en Irak. El haber empleado misiles de combustible líquido en vez de sólido señala que Irán desplegó los misiles horas antes para prepararlos para el lanzamiento, en vez de minutos, como cuando se usan de combustible sólido, ofreciendo una oportunidad amplia para que los satélites estadounidenses pudieran ver el proceso de preparación.
De hecho, la administración norteamericana le envió un cable urgente a la embajada suiza en Teherán alertándole sobre cualquier ataque, diciendo que sería enfrentado con fuego desproporcional. Irán respondió enviando la ubicación exacta de dónde quería bombardear, las dos bases, agregando que todas las bases militares de Estados Unidos en el Medio Oriente serían bombardeadas de los norteamericanos responder contra el disparo de sus misiles balísticos. La importancia de este “diálogo” revela las consecuencias del asesinato de Soleimani: por primera vez, Irán desafió a un súper poder cara a cara, le advirtió de sus intenciones de bombardear objetivos especificados, no sólo ignorando la amenaza estadounidense sino respondiendo con otra que Estados Unidos no había visto o vivido desde la Segunda Guerra Mundial.
Irán no se valió de sus aliados para atacar a Estados Unidos, sino que bajo la mirada atenta del mundo, se le plantó a un súper poder que rodea al país con docenas de bases militares. El costo del asesinato de Soleimani ingresará en los libros de historia, y demostrará el declive del imperio estadounidense. Un pequeño país con capacidades militares relativamente limitadas desafió y atacó a un súper poder con fuerzas militares esparcidas en todo el mundo.
Estados Unidos asesinó a Soleimani e Irán asesinó el orgullo y la imagen de los Estados Unidos. El presidente Trump se convirtió en el hazmerreír cuando luego anunció que más de 100 soldados habían sido diagnosticados con traumas cerebrales. El impulso para el “Eje de la Resistencia” no tuvo precedentes. Los países del Medio Oriente no están acostumbrados a derrotar a sus enemigos y siempre deben estar a la defensiva. Al mismo tiempo que Estados Unidos creía que le estaba rompiendo el espinazo a Irán con las sanciones más severas hasta ahora, la República Islámica le demostró que estaba lejos de estar listos para la sumisión. El presidente estadounidense, Trump, ahora que este año termina su período (o incluso si logra un segundo, o de cualquier otro presidente nuevo), fracasará en imponer sus términos a una Irán llena de energía y preparada para la guerra total.
Las consecuencias estratégicas del asesinato de Soleimani y el bombardeo directo de los iraníes a bases estadounidenses le está dando un impulso al “Eje de la Resistencia” como nunca antes. Ahora parece que los aliados de Irán no tienen miedo alguno de ennfrentarse de frente con los Estados Unidos en cualquier plataforma. Soleimani no fue asesinado en el campo de batalla sino por un drone conducido a la distancia. Irán informó a los Estados Unidos sobre los tiempos de sus bombardeos a sus bases y cumplió su plan, permitiéndole a los norteamericanos y a las fuerzas de la coalición esconderse en sus refugios. El asesinato de Soleimani se volteó contra los Estados Unidos a favor del Eje de la Resistencia, a pesar de perder a un líder importante.
Traducción: Diego Sequera
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