Turquía contra el Imperio estadounidense
A sólo tres semanas de la elección presidencial turca, el debate se transforma en Turquía. Antes se trataba de estar a favor o en contra del islamismo del presidente Recep Tayyip Erdogan pero ahora se trata de estar a favor o en contra de la alianza con Estados Unidos. El presidente saliente está tratando de recuperar puntos en los sondeos que pronostican su derrota. Después de haber sido islamista, Erdogan se convierte en nacionalista. Por ahora, no se sabe si eso será suficiente para llevarlo a la reelección. Pero, si gana, es posible que saque a Turquía de la OTAN.
Los sondeos sobre la elección presidencial turca, prevista para el 14 de mayo de 2023, dan al presidente saliente Recep Tayyip Erdogan como perdedor ante Kemal Kilicdaroglu, el candidato de la oposición unida. Frente esa coyuntura interna, el presidente Erdogan radicaliza su posición en materia de política internacional.
Hasta hace poco, el presidente Erdogan aparecía como un dirigente posicionado a medio camino entre los bandos encabezados, de un lado, por Estados Unidos y, del otro, por Rusia y China. Pero ahora, su partido político, el AKP, presenta a Erdogan como el salvador de la independencia de Turquía frente a las sombrías maniobras de Washington, mientras que su adversario es presentado como un lacayo de los yanquis.
Este cambio de casaca de Erdogan es el resultado de los intentos de asesinato que Estados Unidos orquestó contra él, principalmente el que desembocó en la intentona golpista frustrada el 15 de julio de 2016, cuando Ankara había decidido construir un gasoducto con Rusia y comprar armas a Moscú. Además, en Turquía se reprocha a Washington –con razón o sin ella, eso es algo que todavía no se podido comprobar– haber provocado el terremoto del pasado 6 de febrero, que costó la vida a decenas de miles de turcos.
El hecho es que, en este momento, la opinión pública muestra un fuerte sentimiento antiestadounidense en un país que ha dado mucho a Estados Unidos desde la guerra de Corea, donde el ejército turco incluso libró y ganó una batalla decisiva que salvó a las tropas estadounidenses de la debacle. En cambio, Estados Unidos ha aportado a los turcos grandes dosis de sufrimiento –hay que recordar que la CIA estadounidense controla desde hace tiempo los grupos armados kurdos del PKK y estimula sus acciones terroristas, con lo cual mantiene “una pistola sobre la sien” de Ankara.
Recientemente, el embajador de Estados Unidos en Turquía, Jeffrey Flake, hizo una visita ostensiblemente pública al candidato opositor Kemal Kilicdaroglu. El embajador Flake es un republicano de la vieja escuela, amigo del fallecido senador John McCain –los dos nacieron en Arizona. Sin embargo, Flake rechazó de plano la llegada de Donald Trump al Partido Republicano y abandonó esa formación para acercarse al demócrata Joe Biden, quien lo nombró embajador.
El embajador Flake creyó que hacía bien en exhibirse con el candidato de la oposición turca. Gran error. Lo que hizo fue regalarle un argumento de campaña al presidente Erdogan, quien rápidamente declaró: «El embajador de Joe Biden visita a Kemal. Tenga usted vergüenza, piense con la cabeza. Usted es un embajador. Su interlocutor es el presidente. ¿Cómo se mantendrá usted aquí después de esto y cómo pedirá usted una entrevista con el presidente? Nuestras puertas están cerradas para él [para el embajador Flake]. Ya no puede entrar. ¿Por qué? [Porque] tiene que saber cuál es su lugar.»
En el mismo tono, el ministro del Interior y vicepresidente del partido de Erdogan, Suleiman Soylu, condenó públicamente al embajador de Estados Unidos, en el momento del terremoto, diciéndole que sacara sus «sucias manos de Turquía». Todos los turcos notaron que los países occidentales habían retirado sus embajadores en los dos días anteriores al sismo, como si supieran que algo iba a suceder, y que demoraron en enviar ayuda. El ministro del Interior agregó: «Cada embajador estadounidense se pregunta cómo puede perjudicar a Turquía. Eso ha sido una de las mayores desgracias de Turquía desde hace años. Reúnen a los otros embajadores y tratan de darles consejos. Lo mismo hacen en Europa, de manera que las embajadas de Estados Unidos gobiernan Europa.»
Los turcos, que son muy nacionalistas, están de acuerdo con ese enfoque. Pero no por eso el ministro deja de ser un mafioso y un islamista, públicamente denunciado como tal por otro mafioso, Sedat Peker, actualmente fugitivo de la justicia. Sedat Peker publicó en internet una serie de videos donde revela que el ministro Suleiman Soylu y el hijo del primer ministro Binali Yildirim utilizaron hombres de al-Qaeda para derrotar a los golpistas de 2016 y que les entregaron armas a través de una compañía militar privada llamada SADAT. Esos fueron los elementos que derrotaron a los soldados golpistas en el puente sobre el Bósforo.
El presidente Recep Tayyip Erdogan era un delincuente callejero que se unió a la Milli Gorus, la milicia de Necmettin Erbakan. Hizo méritos con la Hermandad Musulmana en Afganistán y después apoyó a los islamistas en Chechenia. Erdogan llegó al poder en Turquía con ayuda de la CIA, y ahora se vuelve contra ella. Nadie duda de la sinceridad de su viraje, pero todos se preguntan si será o no duradero. En nombre de Erdogan, su ministro del Interior va todavía más lejos. Sin renegar del conocido historial de Erdogan, ahora se trata de hacer olvidar su implicación, junto al Emirato Islámico (Daesh) en contra de la República Árabe Siria.
Haciendo uso de la palabra ante los jóvenes del AKP, el ministro Suleiman Soylu describe ahora la globalización como un intento estadounidense de manipular el auge del comercio internacional para destruir todas las culturas e imponer la de Estados Unidos. Después de declarar eso, el ministro Soylu arremetió contra la Unión Europea describiendo el servilismo de sus dirigentes y llegando incluso a calificar la UE como «la mula» de Estados Unidos.
Soylu prosiguió recordando que «el imperio americano» está perdiendo su reputación, que en África los europeos son esbirros de Washington y que es por eso que los africanos los detestan. En definitiva, concluyó el ministro turco, «el mundo entero detesta a América». El hecho es que el candidato de la oposición, Kemal Kilicdaroglu, «demasiado apresurado», se ha aliado a Washington y, sin querer, está poniendo en grave peligro el futuro de Turquía.
No hay que olvidar que Turquía sigue siendo miembro de la OTAN y que tiene en su territorio numerosas bases militares de esa alianza bélica.
En medio de la actual campaña electoral, el presidente Erdogan inaugurará este jueves la central nuclear de Akkuyu, con la puesta en marcha de su primer reactor nuclear, cuya potencia es de 1 200 megawatts, construido por la empresa rusa Rosatom. Y, como para dejar claro el nuevo rumbo de su política, Erdogan invitó a la ceremonia al presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin, cuya participación parece sin embargo poco probable.
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