EL FENÓMENO DEL MOVIMIENTO TALIBÁN

Para el futuro de Afganistán, es importante conocer la historia de los talibán y encontrar un terreno común adecuado.

La victoria de los talibán (reconocidos como organización terrorista en la Federación Rusa) sobre Estados Unidos y el gobierno títere de Afganistán (así como sobre las fuerzas de la OTAN que ocupaban el país) en 2021 cambió la geopolítica regional de Asia Central. Por un lado, surgió un vacío de poder (en el sentido habitual) y, por otro, algunas amenazas comenzaron a transformarse con mayor intensidad. Por ejemplo, el control de la frontera noroeste se convirtió en una cuestión acuciante para Pakistán porque los talibán no reconocen las fronteras internacionales establecidas y porque existe una entidad talibán separada dentro de Pakistán que se califica de organización terrorista.

Al mismo tiempo, los talibán son bastante activos a nivel internacional y su participación en el Foro Rusia-Mundo Islámico de Kazán en mayo de 2023 demuestra que van a cooperar con ellos. Y para ello es necesario un estudio más profundo y escrupuloso del fenómeno talibán.

De hecho, es más exacto decir que los talibán no son un movimiento político-religioso en el sentido clásico, sino un ecosistema. Un ecosistema, a diferencia de una empresa clásica, se basa en la modularidad y no en la gestión jerárquica, con la necesidad de coordinar y compartir recursos y competencias complementarias. Por todo ello, un ecosistema puede definirse como un conjunto de organizaciones autónomas productoras de componentes complementarios de valor que forman una determinada estructura de relaciones y alineamiento sin necesidad de integración vertical (1).

Una explicación de la amplia aceptación del concepto de ecosistema es su amplitud e interdisciplinariedad (2). Las organizaciones paramilitares, incluidas las terroristas, también pueden representar ecosistemas específicos. Entre las organizaciones terroristas, los talibán son los que mejor se ajustan a la definición de ecosistema. En primer lugar, el movimiento tiene una larga historia y continuidad con los muyahidines, cuyas unidades de combate fueron creadas conjuntamente por Estados Unidos, Pakistán y Arabia Saudí para contrarrestar la presencia soviética en Afganistán. En segundo lugar, existe una clara identidad religiosa, que es un factor de cohesión social. En tercer lugar, la extensa estructura en red y la presencia de dos alas, política y militar, apuntan a un modelo organizativo complejo e intrínsecamente dinámico. En cuarto lugar, la constante adaptación a las nuevas condiciones, desde el desarrollo del tráfico de drogas hasta el uso de nuevos tipos de armas, indica un alto nivel de autoorganización y los intentos de alcanzar un nivel de autarquía suficiente para ser independientes de patrocinadores o donantes externos. Por último, la transición de actor cuasi estatal a gobierno de facto en Afganistán demuestra el éxito de las funciones de gobierno de los talibán, junto con su resistencia a la presión militar y política externa, lo que hace que esta organización resulte de interés para numerosas instancias de investigación.

La etnopolítica, las costumbres y tradiciones locales, la religión, las artes marciales y las actividades delictivas son aspectos que pueden encontrarse en las actividades de los talibán.

Sin embargo, para comprender adecuadamente la organización, es necesario considerarlos en relación unos con otros. El movimiento talibán se basaba en la red de madrasas escolares deobandíes de Pakistán, que formaban tanto a los dirigentes como a las bases de la organización. Miles de jóvenes fueron movilizados desde estas madrasas para luchar contra las autoridades de la República Democrática de Afganistán, apoyada por la Unión Soviética en la década de 1980. Los grupos militantes de muyahidines se organizaron en redes más amplias denominadas “frentes” o mahazas, cada una de ellas dirigida por un “gran líder” que podía distribuir suministros militares de donantes extranjeros a los comandantes de campo de todo el frente. Con ello, parte de la organización pretendía distinguirse de otros grupos muyahidines ofreciendo una yihad religiosa más demostrativa. A lo largo de los años, los jóvenes combatientes de los futuros talibán estrecharon fuertes lazos con el movimiento y entre sí a través de las penurias de la guerra. Tras la retirada soviética de Afganistán en 1989, la República Democrática de Afganistán sobrevivió hasta abril de 1992, cuando fue liquidada en una guerra civil. El caos que reinaba en el país propició la aparición de numerosas facciones y bandas, que los talibán acabaron por superar imponiendo su gobierno religioso. Theo Farrell, basándose en un gran número de entrevistas originales con líderes, oficiales y comandantes de campo talibán afganos, llegó a la conclusión de que la insurgencia es muy resistente e invencible sólo con medios militares (3).

En el corazón del movimiento talibán hay una red horizontal basada en una educación religiosa común y en una experiencia militar compartida que dota al grupo de una ideología y una visión del mundo poderosas y unificadoras.

La primera toma de Kabul por los talibán en 1996 y su victoria estratégica en la guerra civil convirtieron a Afganistán en un espacio clave para el terrorismo islámico, ya que el régimen talibán surgió como uno de los mayores patrocinadores estatales del terrorismo, especialmente para Al Qaeda (reconocida como organización terrorista en la Federación Rusa). Bin Laden, que fue un activo financiador y enlace con los muyahidines durante la guerra afgano-muyahidín (4), creó efectivamente Al Qaeda en 1988. El interés de los talibán por transformar Afganistán en una sociedad islámica tradicional también hizo que el régimen talibán fuera más inmune a las presiones exteriores, lo que también afectó a la decisión de conceder protección a Al Qaeda. Además, el despliegue de Al Qaeda en Afganistán benefició directamente a los talibán, ya que los vínculos de Bin Laden con las redes financieras privadas de la región del Golfo contribuyeron a garantizar un flujo constante de fondos hacia Afganistán, aliviando la presión sobre el desarrollo socioeconómico del país o la necesidad de aceptar ayuda internacional. Cabe señalar que estas organizaciones han tenido sus diferencias, por ejemplo, los talibán son casi exclusivamente una organización pastún, es decir, son un grupo etnonacionalista. Pero para Al Qaeda o el Estado Islámico, la etnia es irrelevante. Estas diferencias ideológicas subyacentes influyeron en las prioridades estratégicas de ambos grupos: los talibán se centraban en ganar la guerra contra el gobierno afgano, no en llevar a cabo la yihad global prevista por Al Qaeda. El caso de la implicación de los talibán en el tráfico de drogas es interesante.

Cuando el movimiento surgió en Kandahar en 1994 y comenzó a expandirse hacia el sur de Afganistán, sus recursos financieros y su capacidad operativa, como las armas, procedían de otras fuentes, concretamente de patrocinadores externos como Pakistán y Arabia Saudí. Otra fuente de ingresos (de hecho, hasta 2021) procedía del control del tráfico de mercancías legales (contrabando) en virtud del Acuerdo Comercial de Tránsito Afgano. Y la expansión de los talibán por el país también se produjo en gran medida antes de que el grupo empezara a explotar la economía ilícita de la droga. Es probable que la necesidad de consolidar su poder político tras la expansión militar impulsara a los talibán a dedicarse a la economía de la droga (5).

En 1996, los talibán habían adoptado el principio de no injerencia en el cultivo de drogas, que gradualmente se convirtió en imposición de impuestos a los agricultores y seguridad y fiscalidad a los traficantes. Los nuevos decretos promulgados por los talibán después de 1996 declaraban: “El cultivo y el comercio de hachís (cannabis utilizado para hachís) están absolutamente prohibidos. El consumo de opiáceos está prohibido, así como la producción de heroína, pero no la producción y el comercio de opio” (6). En la práctica, sin embargo, no se han eliminado los laboratorios ni el comercio de heroína. El 10% del zakat sobre el opio que antes se pagaba a los mulás de las aldeas empezó a ir a parar a las arcas de los talibán, que obtuvieron unos ingresos estimados de 9 millones de dólares en 1996-7 por la producción regular de 1500 toneladas de opio en el sur. A los traficantes también se les cobraba un 10% de zakat. A medida que avanzaba la década de 1990, estos impuestos se incrementaron hasta el 20%, generando entre 45 y 200 millones de dólares al año (7). En 1999, los talibán gravaron también los laboratorios de heroína. Los talibán también intentaron ampliar y regular la economía de la droga concediendo licencias oficiales del gobierno para el cultivo de opio, estableciendo granjas modelo para formar a los agricultores en el cultivo de la adormidera de forma más eficiente y distribuyendo fertilizantes para el cultivo de la adormidera. Además, como en el caso del contrabando ilegal de mercancías legales, la economía ilícita de la droga también ha permitido el desarrollo de otras formas de actividad microeconómica en zonas donde antes sólo existía una producción agrícola limitada. Servicios como paradas de descanso, teterías y gasolineras surgieron en relación con el contrabando de drogas. Así, mucha gente se interesó por la economía de las drogas ilícitas: comerciantes, contrabandistas, tenderos, así como señores de la guerra locales y élites religiosas, a quienes los talibán toleraron y permitieron interferir en la economía de la droga. Sin embargo, los talibán prohibieron el cultivo de adormidera a finales de 1999, lo que dio lugar a la mayor reducción del cultivo de adormidera en un solo año en el país. La superficie cultivada pasó de unas 82.172 hectáreas en 2000 a menos de 8.000 en 2001. Globalmente, esta reducción contribuyó a una disminución del 75% de la oferta mundial de heroína durante ese año Al prohibir el cultivo de adormidera en 2000, los talibán no prohibieron ni impidieron de otro modo la venta y el tráfico de opio y adormidera durante este periodo. Al decidir restringir la producción, los talibán arriesgaron su capital político interno, basado fundamentalmente en su patrocinio de la economía de la adormidera, con la esperanza de ganar legitimidad internacional.

La mayor parte de la comunidad internacional trataba al régimen talibán como un paria, y Rusia, China e Irán apoyaban activamente a la Alianza del Norte, el debilitado adversario armado de los talibán. En 2000, sólo Pakistán, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos habían reconocido al régimen talibán. En los últimos 20 años, el cultivo de adormidera ha seguido sustentando gran parte de la vida económica y política de Afganistán en todo el país. Este negocio está profundamente arraigado en el tejido social y económico del país y, por tanto, inevitablemente en su maquinaria política y sus relaciones de poder. Durante este periodo, los talibán consiguieron generar entre decenas y cientos de millones de dólares anuales de la economía afgana del cultivo de la adormidera. Las estimaciones para 2020 sitúan la cifra en 416 millones de dólares.

Cabe señalar que durante este periodo no han surgido medios de vida alternativos para muchos afganos. Los programas de dinero por trabajo del gobierno, respaldados por Occidente, sólo llegaron a un pequeño porcentaje de la población, sobre todo a los que vivían cerca de las ciudades. La pauperización general de la población fue devastadora. Al no poder pagar sus deudas, muchos campesinos se vieron obligados a vender a sus hijas como novias cuando tenían tres años o a marcharse a Pakistán. En Pakistán, los refugiados acabaron a menudo en las madrasas radicales deobandis y empezaron a engrosar las filas de los talibán. Este caso demuestra que la situación con los talibán es más compleja que un simple acuerdo político y la reconciliación con los opositores. Tarde o temprano habrá que resolver la cuestión de la creación de una alternativa que sustituya al segmento económico basado en la producción y venta de drogas.

Los talibán, como cualquier otra organización religiosa paramilitar, tenían su propia ideología y conjunto de normas, que hacían extensivas a sus miembros y conversos.

Como el mulá Omar tenía poder absoluto, sus órdenes se consideraban vinculantes; eran las exigencias de Alá (fardh) (8). Muchas de las primeras decisiones de los talibán que fueron condenadas internacionalmente, como la destrucción de las estatuas gigantes de Buda o la hostilidad hacia las tradiciones sufíes, muy arraigadas en el islam popular de Afganistán, están relacionadas con esto.

Un tema aparte, pero importante, es la publicación de documentos doctrinales talibán que se han difundido como directrices para la gestión de las unidades tácticas de la organización. En 2006 apareció el llamado Layeh, que era una especie de manual de campo para los talibán e incluía muchas disposiciones del código ético tradicional pashtunwali. Este documento sólo tenía 30 reglas, que se presentaban como normas. En 2009, el ejército estadounidense llamó la atención sobre un nuevo documento doctrinal, Rules and Regulations for the Mujahideen. Como se indica en un informe político elaborado por la División de Asuntos de Seguridad Nacional de la US Naval War College, la distribución de este último código de conducta a los talibán comenzó, al parecer, a principios de 2009 (9). Sin embargo, las 17 normas del Layha de 2006 se repitieron en el manifiesto de 2009. El ejército estadounidense llegó a la conclusión de que los destinatarios del manual de 2009 eran los supuestos “jefes de equipo”, es decir, comandantes talibán de nivel táctico a cargo de un cuadro de entre 10 y 15 personas. También describe las responsabilidades organizativas de los comandantes de distrito y provinciales.

El examen del documento revela que los talibán intentan librar una campaña de guerrillas, aplicando una estrategia rudimentaria orientada a la población; al tiempo que hacen referencias a elementos del pashtunwali (10) y de la sharia (ley islámica). Es probable que este manifiesto fuera un intento de los altos dirigentes talibán, en particular el mulá Muhammad Omar (Emir ul-Mominin) y el mulá Abdul Ghani Barader (Emir adjunto), de reforzar su mando y control de la organización en su conjunto e introducir disciplina en las inestables facciones talibán. En el documento se menciona al mulá Omar como imán y al mulá Berader como imán adjunto. Posteriormente, los talibán emitieron manifiestos adicionales dirigidos a sus miembros y seguidores para continuar con el adoctrinamiento y evitar la infiltración de otras ideas.

Occidente, representado por EEUU y la OTAN, intentó sin éxito llevar a cabo su propaganda, apostando por los derechos humanos, la emancipación de la mujer, la educación de los niños, etc. Sin embargo, las crudas operaciones militares, que causaron un gran número de víctimas civiles, anularon de hecho los esfuerzos propagandísticos.

Las víctimas de los ataques estadounidenses con aviones no tripulados y sus familiares se convirtieron en partidarios de los talibán porque los veían como protectores y luchadores por la justicia. La victoria final de los talibán en 2021 demuestra que los cambios doctrinales y el cuidadoso trabajo con el componente ideológico no se hicieron en vano.

A lo largo de su historia, los talibán han cooperado ampliamente tanto con fuerzas externas como con representantes de las autoridades afganas. En su mayor parte, esto se ha hecho en secreto. Sin embargo, periódicamente se filtra información que revela la extensa y bien organizada red de inteligencia, agencias y política de los talibán. Destacados miembros de los dos principales partidos de la oposición, la Coalición Nacional de Afganistán (CNA) y el Frente Nacional de Afganistán (FNA), expresaron en su momento su preocupación por los vínculos de Karzai con los combatientes talibán. En una reunión de dirigentes del FNA celebrada en Kabul a principios de abril de 2012, el ex vicepresidente Ahmad Zia Masood advirtió que el gobierno estaba “trabajando para fortalecer a los grupos terroristas” y que esto era facilitado por “líderes gubernamentales de alto nivel” que estaban “tratando de facilitar la infiltración talibán en las fuerzas de seguridad.” La falta de unidad nacional era también un grave problema nacional, que los talibán explotaban activamente.

Si se considera a los talibán como un ecosistema, que evoluciona y se transforma de forma inherente, se puede llegar a conclusiones interesantes. Aunque la organización sigue siendo reconocida como terrorista en muchos países (lo que no ha impedido que delegaciones talibán negocien y visiten otros Estados), existe una gran posibilidad de que con el tiempo adquiera legitimidad internacional. En realidad, el enfoque más correcto para Afganistán, representado por los talibán, es desarrollar una estrategia que sea coherente con los actores regionales en sentido más amplio (repúblicas centroasiáticas, China, Rusia, Irán, Estados del Golfo), al tiempo que se intenta desarrollar una posición occidental basada en la tesis de que es mejor aceptar la realidad de una vuelta de los talibán al poder e intentar influir en ellos en lugar de aislarlos.

En general, el discurso de Islamabad, Teherán, Moscú y Pekín coincide con las expectativas occidentales: necesidad de un gobierno integrador, respeto de los derechos humanos y especialmente de los derechos de la mujer y compromiso de no dar cobijo a grupos terroristas. La cuestión es cuánto tiempo se tardará en conseguirlo y cómo obtener concesiones de los talibán a cambio de apoyo económico para la reconstrucción del país y la necesaria ayuda humanitaria. Sin embargo, en el contexto de la confrontación entre Occidente, por un lado, y Rusia, Irán y China, por otro, Afganistán podría ser utilizado por Estados Unidos y los países de la OTAN como un foco de desestabilización para evitar que se una a una coalición de países no occidentales que apoyen un rumbo hacia la multipolaridad.

https://www.geopolitika.ru/es/article/el-fenomeno-del-movimiento-taliban
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Referencias:

1 Раменская Л.А. Применение концепции экосистем в экономико-управленческих исследованиях. Управленец, 2020. Том 11, № 4. С. 19.
http://upravlenets.usue.ru/images/86/2.pdf

2 Autio E., Nambisan S., Thomas L.D.W., Wright M. (2018). Digital affordances, spatial affordances, and the genesis of entrepreneurial ecosystems. Strategic Entrepreneurship Journal, vol. 12, no. 1, pp. 72–95. DOI:
https://doi.org/10.1002/sej.1266.

3 Theo Farrell. Unbeatable: Social Resources, Military Adaptation, and the Afghan Taliban.
https://tnsr.org/2018/05/unbeatable-social-resources-military-adaptation…

4 В западных исследованиях на тему участия моджахедов в войне против Демократической Республики Афганистан обычно используется термин Афгано-Советская война. Но он явно является некорректным, поскольку СССР принял решение об оказании поддержке легитимному правительству Афганистана на основании их просьбы. Если продолжать использовать термин Афгано-Советская война, тогда любую поддержку США своим союзникам и партнерам, а также оккупационные операции, необходимо называть войной с приставкой -американская. Таким образом до настоящего момента мы будем иметь продолжающиеся войны в ряде стран — Корейско-Американская война (поскольку в Южной Корее находятся войска США, а КНДР не признает право США на это присутствие), Ирако-Американская война, Афгано-Американская война 2001-2021 гг., Сирийско-Американская война (по причине незаконного присутствия американских военных на севере Сирии в курдских анклавах) и т.д.

5 Vanda Felbab-Brown. Pipe Dreams: The Taliban and Drugs from the 1990s into Its New Regime. 09/15/2021.
https://smallwarsjournal.com/jrnl/art/pipe-dreams-taliban-and-drugs-1990…

6 Michael Griffin, Reaping the Whirlwind. London: Pluto Press: 2001, p. 153.

7 Есть и иные оценки, показывающие другие цифры. Например, Барнетт Рубин утверждал, что талибы зарабатывали от $100 до 200 миллионов в год. Afghanistan, Drugs and Terrorism: Merging Wars, TNI Briefing Series, Drugs and Conflict, No. 3. December 2001; Barnett R. Rubin, The Political Economy of War and Peace in Afghanistan // World Development. Vol. 28, no. 10, pp. 1789-1803.

8 Thomas Barfield. Afghanistan. A Cultural and Political History. Princeton University Press. Р. 261.

9 Understanding Afghan Culture. Analyzing the Taliban Code of Conduct: Reinventing the Layeha. Department of National Security Affairs. Naval Postgraduate School. August 6 2009.

10 Пуштунвали — традиционный этический кодекс пуштунских племен Афганистана и Пакистана.

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