Cómo Yemen lo cambió todo
En un solo movimiento, Ansarallah de Yemen ha puesto en jaque a Occidente y a su orden basado en normas.
Tanto si se inventó en el norte de la India, en el este de China o en Asia Central -desde Persia hasta el Turquestán-, el ajedrez es un juego asiático. En el ajedrez, siempre llega un momento en que un simple peón es capaz de trastornar todo el tablero, normalmente mediante un movimiento en la última fila cuyo efecto simplemente no se puede calcular.
Sí, un peón puede imponer un jaque mate sísmico. Ahí es donde estamos, geopolíticamente, ahora mismo.
Los efectos en cascada de una sola jugada en el tablero de ajedrez -el asombroso y cuidadosamente dirigido bloqueo del Mar Rojo por Ansarallah de Yemen- van mucho más allá del transporte marítimo mundial, las cadenas de suministro y La Guerra de los Corredores Económicos La Guerra de los Corredores Económicos. Por no mencionar la reducción a la irrelevancia de la tan alabada proyección de fuerzas de la Marina estadounidense.
El movimiento de resistencia de Yemen, Ansarallah, ha dejado muy claro que cualquier barco afiliado a Israel o destinado a Israel será interceptado. Mientras Occidente se eriza ante esto, y se imagina a sí mismo como un objetivo, el resto del mundo comprende perfectamente que el resto de la navegación es libre de pasar. Los petroleros rusos -así como los barcos chinos, iraníes y del Sur Global- siguen circulando sin ser molestados por el Bab al-Mandeb (punto más estrecho: 33 km) y el Mar Rojo.
Sólo al Hegemón le molesta este desafío a su «orden basado en normas». Le indigna que los barcos occidentales que suministran energía o mercancías a Israel, que viola la ley, puedan ser impedidos, y que la cadena de suministro se haya roto y sumido en una profunda crisis. El objetivo señalado es la economía israelí, que ya se está desangrando gravemente. Un solo movimiento yemení resulta más eficaz que un torrente de sanciones imperiales.
Es la tentadora posibilidad de que este único movimiento se convierta en un cambio de paradigma -sin retorno- lo que aumenta la apoplejía dIsraelel Hegemón. Sobre todo, porque la humillación imperial está profundamente arraigada en el cambio de paradigma.
El presidente ruso, Vladímir Putin, está enviando un mensaje inequívoco: Olvídate del Canal de Suez. El camino a seguir es la Ruta Marítima Septentrional, que los chinos, en el marco de la asociación estratégica Rusia-China, denominan la Ruta de la Seda Ártica.
Para los estupefactos europeos, los rusos han detallado tres opciones: Primera, navegar 15.000 millas alrededor del Cabo de Buena Esperanza. Segunda, utilizar la Ruta Marítima Septentrional de Rusia, más barata y rápida. Tercera, enviar la carga por los ferrocarriles rusos.
Rosatom, que supervisa la Ruta Marítima Septentrional, ha subrayado que los barcos que no son de clase hielo ya pueden navegar durante todo el verano y el otoño, y pronto será posible la navegación durante todo el año con la ayuda de una flota de rompehielos nucleares.
Todo ello como consecuencia directa del único movimiento yemení. ¿Y ahora qué? ¿La entrada de Yemen en el BRICS+ en la cumbre de Kazán a finales de 2024, bajo presidencia rusa?
La nueva arquitectura se enmarcará en Asia Occidental
La Armada encabezada por Estados Unidos reunida para la Operación Protección contra el Genocidio, que colapsó incluso antes de nacer, puede haber sido creada para “advertir a Irán”, además de asustar a Ansarallah. Al igual que los hutíes, Teherán no se siente intimidado porque, como lo expresó sucintamente el analista de Asia occidental Alastair Crooke: “Sykes-Picot está muerto” (1).
Esto supone un cambio cuántico en el tablero de ajedrez. Significa que las potencias de Asia Occidental enmarcarán la nueva arquitectura regional a partir de ahora, no la «proyección» de la marina estadounidense.
Esto conlleva un corolario inefable: esos once grupos de trabajo de portaaviones estadounidenses, a todos los efectos prácticos, son esencialmente inútiles.
Todo el mundo en Asia Occidental sabe perfectamente que los misiles de Ansarallah son capaces de alcanzar campos petrolíferos saudíes y emiratíes, y dejarlos fuera de servicio. Por tanto, no es de extrañar que Riad y Abu Dhabi nunca acepten formar parte de una fuerza marítima dirigida por EEUU para desafiar a la resistencia yemení.
Agreguemos a esto el papel de los drones submarinos que ahora poseen Rusia e Irán. Piensen en cincuenta de estos apuntados a un portaaviones estadounidense: no tiene defensa. Mientras los estadounidenses todavía tienen submarinos muy avanzados, no pueden mantener abierto el Bab al-Mandeb y el Mar Rojo para los operadores occidentales.
En el frente energético, Moscú y Teherán ni siquiera necesitan pensar -al menos no todavía- en utilizar la opción «nuclear» o cortar potencialmente al menos el 25%, y más, del suministro mundial de petróleo. Como lo describe sucintamente un analista del Golfo Pérsico, «eso implosionaría irremediablemente el sistema financiero internacional».
Para quienes siguen decididos a apoyar el genocidio en Gaza ha habido advertencias. El primer ministro iraquí Mohammed Shia al-Sudani lo ha mencionado explícitamente. Teherán ya ha pedido un embargo total de petróleo y gas contra las naciones que apoyan a Israel.
Un bloqueo naval total de Israel, meticulosamente diseñado, sigue siendo una posibilidad clara. El comandante del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (IRGC), Hossein Salami, declaró que Israel podría «enfrentarse pronto al cierre del mar Mediterráneo, el estrecho de Gibraltar y otras vías fluviales».
Tengamos en cuenta que ni siquiera estamos hablando aún de un posible bloqueo del Estrecho de Ormuz; todavía estamos en el Mar Rojo/Bab al-Mandeb.
Porque si los neoconservadores straussianos del Beltway se desquician realmente por el cambio de paradigma y actúan a la desesperada para «dar una lección» a Irán, un bloqueo combinado del punto de estrangulamiento Hormuz-Bab al-Mandeb podría disparar el precio del petróleo hasta al menos 500 dólares el barril, desencadenando la implosión del mercado de derivados de 618 billones de dólares y haciendo colapsar todo el sistema bancario internacional.
El tigre de papel está en un aprieto
Al fin y al cabo, Mao Zedong tenía razón: EEUU puede ser, de hecho, un tigre de papel. Putin, sin embargo, es mucho más cuidadoso, frío y calculador. Con este presidente ruso, todo consiste en una respuesta asimétrica, exactamente cuando nadie la espera.
Eso nos lleva a la principal hipótesis de trabajo capaz quizá de explicar el juego de sombras que oculta la única jugada de Ansarallah en el tablero de ajedrez.
Cuando el periodista de investigación Sy (Seymour) Hersh, ganador del Pulitzer, demostró cómo el Equipo Biden voló los oleoductos Nord Stream, no hubo respuesta rusa a lo que fue, en efecto, un acto de terrorismo contra Gazprom, contra Alemania, contra la UE y contra un montón de empresas europeas. Sin embargo, Yemen, ahora, con un simple bloqueo, pone patas arriba el transporte marítimo mundial.
Entonces, ¿qué es más vulnerable? ¿Las redes físicas de suministro energético mundial (Pipelineistan) o la Talasocracia, los Estados que derivan su poder de la supremacía naval?
Rusia privilegia Pipelineistan: véanse, por ejemplo, los Nord Streams y el Poder de Siberia 1 y 2. Pero EEUU, el Hegemón, siempre confió en su poder talasocrático, heredero de «Britannia rules the waves«.
Pues bien, ya no. Y, sorprendentemente, llegar hasta ahí, el bloqueo del Estrecho de Ormuz, ni siquiera implicó la opción «nuclear» con el que Washington juega y mete miedo como un loco.
Por supuesto que no tendremos una prueba irrefutable. Pero es una propuesta fascinante que la única medida yemení pueda haber sido coordinado al más alto nivel entre tres miembros del BRICS –Rusia, China e Irán, el nuevo “eje del mal” neoconservador–, más otros dos BRICS+, potencias energéticas como Arabia Saudí y los EAU. Como en «si lo haces, te cubrimos las espaldas».
Nada de eso, por supuesto, resta pureza a Yemen: su defensa de Palestina es un deber sagrado.
El imperialismo occidental y luego el turbo-capitalismo siempre han estado obsesionados con devorar a Yemen, un proceso que Isa Blumi, en su espléndido libro Destruir Yemen, describió como
necesariamente despojar a los yemeníes de su papel histórico como motor económico, cultural, espiritual y político para gran parte del mundo del Océano Índico.
Sin embargo, Yemen es inconquistable y, fiel a un proverbio local, «mortal» (Yemen Fataakah). Como parte del Eje de la Resistencia, Ansarallah de Yemen es ahora un actor clave en un complejo drama que abarca toda Eurasia y que redefine la conectividad del Heartland; y junto con la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI) de China, el Corredor Internacional de Transporte Norte-Sur (INSTC) dirigido por India, Irán y Rusia, y la nueva Ruta Marítima Septentrional de Rusia, también incluye el control de los puntos de estrangulamiento estratégicos en torno a los mares Mediterráneo y la península arábiga.
Se trata de un paradigma de conectividad comercial totalmente distinto, que hace añicos el control colonial y neocolonial occidental de Afro-Eurasia. Así que sí, el BRICS+ apoya a Yemen, que con un solo movimiento ha puesto a la Pax Americana ante La Madre de Todos los Embotellamientos Geopolíticos.
Publicado originalmente por
Traducción: observatoriodetrabajadores.wordpress.com
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