Golpes y contragolpes a medida que se amplía la guerra
La última vez que el Secretario de Defensa Austin visitó «Israel», dio claramente «luz verde» a la acción militar israelí para expulsar a Hezbolá del sur del Líbano.
El Washington Post informó el 7 de enero de 2024 de que Biden ha encargado a su personal que evite la ampliación de la guerra regional. El artículo se filtró a propósito (como admite incluso el Washington Post) y es un farol.
La última vez que el Secretario de Defensa Austin visitó «Israel», dio claramente «luz verde» a la acción militar israelí para alejar a Hezbolá del sur de Líbano, al norte del río Litani, unos 29 km al norte de la frontera sur de la Línea Azul.
Sin embargo, la única advertencia de Austin era que esta acción militar debía esperar al resultado del intento del enviado de Biden, Hochstein, de persuadir al gobierno provisional del Líbano para que «garantizara» el desarme y el desplazamiento de Hezbolá al norte del río Litani.
Los informes sugieren que cerca de 250,000 Israelíes están sentados en hoteles (a expensas del gobierno israelí), esperando el momento en que puedan regresar a sus hogares en el «norte de Israel», de donde fueron evacuados por las Autoridades. El ministro de Defensa Gallant les ha prometido que volverán a casa a finales de enero (es decir, pronto —a finales de este mes). Sin embargo, los residentes han rechazado la propuesta de Gallant, por temor a que Hezbolá se sitúe tan cerca de sus casas (y, según ellos, a la posibilidad de que un nuevo 7 de octubre llegue desde el norte).
Exigir a Hezbolá que se desarme y se retire a 40 km de la frontera es simplemente «pensamiento mágico». En el sur del Líbano, Hezbolá es una parte central del tejido de la vida en casi todos los pueblos y lo ha sido durante unos 500 años; no se moverá y no se desarmará.
Así pues, el enviado estadounidense Hochstein admite ahora que desplazar a Hezbolá ya no es su objetivo. EEUU, dice ahora, quiere «calma» en la frontera sur: es decir, el objetivo ahora es simplemente separar el frente libanés del de Gaza (para que la guerra se limite a Gaza). Esto, por supuesto, daría a «Israel» latitud para continuar sus operaciones contra Hamás y Gaza, sin temor a que estalle el frente del norte.
He aquí, pues, el primer farol clave: La Administración Biden nunca intentó seriamente impedir la ampliación de la guerra; la acción militar contra Hezbolá ya tenía «luz verde». Este mismo fin de semana, el ministro Ben Gvir insistió en que «Israel» debe atacar preventivamente a Hezbolá en Líbano. Y Netanyahu enfatizó: «Nadie nos detendrá».
Así pues, ampliar la guerra está «bien». El objetivo de Biden es más bien dar a Israel la máxima libertad para lograr sus objetivos maximalistas, atemperados únicamente por el «truco» de que no quiere que una guerra ampliada atraiga a Irán o a Rusia al escenario. (Rusia con respecto a Siria).
El secretario de Defensa británico, Grant Shapps, advirtió el sábado a Irán de que al mundo «se le está acabando la paciencia», afirmando que «el régimen iraní» tiene que decir a sus «matones houthis» que suspendan sus ataques en el Mar Rojo, y a otros «apoderados» iraníes que «cesen y desistan» de sus acciones, advirtiendo de que «se ha traspasado verdaderamente un límite». Shapps advirtió:
Los vemos; vemos lo que están haciendo. Vemos cómo lo están haciendo, en particular los rebeldes Houthi, y nada bueno puede salir de ello.
Por supuesto, esto también es pura tontería. Es un farol. Los houthis pueden ser chiíes -al igual que los iraníes-, pero son zaidíes y no son los mismos chiíes que los iraníes: los iraníes son chiíes «twelver», mientras que los houthis son «severners». Los Houthis (Ansarallah), ferozmente independientes, pueden estar de acuerdo con Irán en muchas cosas, pero nadie, pero nadie, les dice lo que tienen que hacer.
«¿Quién ha atacado vuestro país?» preguntó el viernes el líder de Ansarallah, Mohammed Ali al-Houthi, en un mitin celebrado en la plaza Sabeen de San’a. Decenas de miles de yemeníes que se habían reunido allí para protestar contra los ataques de Estados Unidos y Reino Unido respondieron: ¡América!
América es el diablo. Estados Unidos es vuestro enemigo. Estados Unidos es terrorismo», respondió el líder houthi.
Las bravatas de Biden y Shapps serán llamadas por Ansarallah. No «cesarán y desistirán». La confrontación con EEUU ha sido durante mucho tiempo una ambición de Ansarallah. El Wall Street Journal describe acertadamente la posición en la que se están arrinconando Estados Unidos y el Reino Unido: «Los ataques dan a los Houthis el enemigo que buscaban desde hace tiempo».
Elisabeth Kendall señala:
Los Houthis están acostumbrados a soportar duros ataques aéreos y saben que Estados Unidos no intensificará la guerra porque no quiere poner botas sobre el terreno ni inflamar aún más las tensiones regionales. Esto los convierte ahora [a los Houthis] en víctimas-héroes, en mártires heroicos, no tienen ninguna razón real para detenerse, y tienen una gran tolerancia a las bajas.
El portavoz de la Casa Blanca, John Kirby, afirmó que Estados Unidos no quiere una guerra con Yemen, pero que no dudará en emprender nuevas acciones. El farol aquí, como señala Larry Johnson, es que ni el Reino Unido ni Estados Unidos tienen capacidad para una presencia naval sostenida frente a la costa yemení, donde los drones y misiles baratos pueden agotar fácilmente el suministro de misiles de defensa antiaérea de los buques.
Sin embargo, el mayor farol en juego es el de Irán. Los neoconservadores estadounidenses llevan mucho tiempo anhelando que se emprendan acciones militares contra Irán, pero la capacidad de disuasión de Irán se ha transformado en los años transcurridos desde que los halcones estadounidenses empezaron a pedir «bombardear, bombardear, bombardear Irán».
La cuestión de fondo a la que se enfrenta EEUU debe ser la «píldora roja» (1) iraní. Dicho sin rodeos, «sí» EEUU puede hacer llover destrucción sobre la infraestructura civil iraní, pero ya no sobre su infraestructura nuclear ni sobre su defensa antimisiles dispersa y oculta de la «píldora roja».
Recuerda lo que Israeli el exprimer ministro israelí, Ehud Barak escribió en la revista Time en 2022:
[L]a realidad es ésta: Tanto Israel como (seguramente) EEUU pueden operar sobre los cielos de Irán contra tal o cual emplazamiento o instalación y destruirlo. Pero una vez que Irán sea un Estado nuclear umbral de facto [como lo es ahora], este tipo de ataque sencillamente no puede retrasar que los iraníes se vuelvan nucleares. De hecho, en determinadas circunstancias podría acelerar su carrera hacia el montaje de esa bomba y proporcionarles cierta legitimidad por motivos de autodefensa.
En otras palabras, a diferencia de las operaciones quirúrgicas que se consideraron hace 12 años, o que podrían haberse considerado hace 4 años -operaciones que podrían haber retrasado sustancialmente el programa iraní (arriesgándose al mismo tiempo a una guerra con Irán)-, las posibilidades actuales conllevan todo el riesgo de guerra (especialmente para Israel), con escasas probabilidades de retrasar el programa nuclear iraní … ‘Es hora de enfrentarse a la realidad’….
¿La píldora roja?
La Píldora Roja que despliega Irán es simplemente ésta: Si Irán fuera atacado por EEUU, la destrucción no será de ayuda para «Israel». Porque «Israel» ya no existirá (se lanzarán misiles de mano muerta profundamente enterrados y dispersos mucho después de que hayan cesado las incursiones occidentales).
Esto no es un engaño. Irán definitivamente no quiere una «gran guerra», sino que lleva veinte años preparándose precisamente contra esa contingencia.
Publicado originalmente por Al Mayadeen
Traducción: observatoriodetrabajadores
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